📍 Santander de Quilichao, Cauca — 18 de septiembre de 2025
Han pasado casi ocho días desde que la mina ilegal de San Antonio colapsó, sepultando bajo toneladas de tierra a siete mineros cuatro colombianos y tres venezolanos y aún no hay rastro de sus cuerpos. El tiempo se ha convertido en un enemigo silencioso, mientras las esperanzas de rescate se desvanecen entre el lodo, la incertidumbre y el dolor de las familias que aguardan respuestas sobre los mineros y sus cuerpos.
⛏️ Una tragedia anunciada
La mina, ubicada en una zona prohibida para la explotación, operaba sin licencias ni controles estatales. Como muchas otras en el norte del Cauca, funcionaba en la clandestinidad, alimentada por la desesperación económica y la falta de oportunidades. La tragedia del 10 de septiembre no solo expuso la fragilidad de quienes trabajan en estas condiciones, sino también la negligencia institucional frente a una práctica que cobra vidas y destruye ecosistemas.
🌿 Impacto ambiental y social
La Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC) ha anunciado que, una vez se retire la maquinaria de excavación, coordinará el retorno de la tierra extraída a su lugar original, en un intento por mitigar los daños ambientales. La minería ilegal, además de ser una actividad altamente riesgosa, genera contaminación por mercurio, deforestación acelerada y degradación de ecosistemas estratégicos como riberas de ríos y reservas naturales.
Pero el daño no es solo ecológico. Las comunidades cercanas enfrentan desplazamientos, rupturas sociales y ahora, el duelo por vidas perdidas en una mina que nunca debió existir.
🧪 Tecnología en espera, tiempo en contra
Desde Bogotá se espera la llegada de equipos especializados para medir los niveles de gases y oxígeno dentro de la mina. También se contempla el uso de cámaras térmicas que permitan inspeccionar las condiciones internas y definir una estrategia segura para la recuperación de los cuerpos. Sin embargo, el terreno inestable y el riesgo de nuevos derrumbes han ralentizado las labores, poniendo en peligro a los rescatistas.
⚰️ ¿Campo Santo? Una decisión dolorosa
Ante la imposibilidad de continuar con las excavaciones sin exponer más vidas, las autoridades locales estudian declarar el sitio como Campo Santo. Esta figura jurídica permitiría reconocer el lugar como espacio de descanso eterno para los mineros atrapados, cerrando oficialmente las labores de rescate. La decisión, aunque dolorosa, busca proteger al personal que trabaja en condiciones extremas y evitar una tragedia aún mayor.
👥 El clamor de las familias
Mientras tanto, los familiares de los desaparecidos se aferran a la esperanza. Con velas encendidas, oraciones y vigilias, han convertido los alrededores de la mina en un altar improvisado. “No queremos que los olviden bajo tierra”, dice una madre entre lágrimas. Su voz, como la de muchos, exige justicia, verdad y acciones concretas para que esta historia no se repita.
Este desastre no solo deja una herida abierta en Santander de Quilichao, sino que obliga al país a mirar de frente una realidad que por años ha sido ignorada: la minería ilegal no es solo un problema ambiental, es una tragedia humana que se repite en silencio.
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